Comienzan las clases


Dr. Pablo Korovsky

Uniformizar criterios como escuela es una frase que he escuchado frecuente en las escuelas de homeopatía.
Temo bastante a estas buenas intenciones, por lo que puede acarrear de negativo.
Creo que previo a ello sería bueno revisar las fuentes mismas de la enseñanza y de donde provenimos.

Heredamos de la escuela primaria, la vacunación obligatoria, aprender a leer, nociones básicas de matemática, una historia de retazos incomprensible y muchos vicios para adaptarnos a la sociedad que nos tocó.
El modelo industrial surgido unos siglos atrás, sigue sosteniendo el formato de la institución escolar y de la educación superior, adiestrando operarios para el trabajo de la industria, y poco críticos.
Del mito universitario es mejor no hablar mucho, entre la acumulación enciclopédica de datos en general con bastante poco sustento práctico, la docilidad se acentúa en proporción a los años de carrera.
El método socrático de ayudar a pensar y recordar lo que ya se sabe, hace tiempo ha quedado por el camino en la mayoría de los casos.
No es extraño la alta deserción entre los jóvenes que abandonan los estudios.
Y podríamos decir que estos aspectos mencionados poco tienen que ver en esencia con el conocimiento, a no ser que podamos reconocer que en realidad, en cada parte siempre está el todo.

Los alumnos al llegar a la escuela, por mas que se trate de postgrados universitarios, vuelven a tomar la actitud inconsciente del niño escolar, grabada en su cerebro reptil a fuego.
Por eso habitualmente se comportan igual que niños, con la misma ingenuidad y expectativas, idealizando y temiendo a sus maestros.
Y los maestros o profesores, en el ámbito que sea, muchos de ellos con actitudes y rencores personales vuelcan en las generaciones posteriores de alumnos, sus propias venganzas retaliativas, lo que resulta un panorama poco alentador.
Si observamos, buena parte de las preguntas que hacen los adultos, en el terreno que sea, están teñidos en gran medida de un matiz infantil. A veces es asombroso el efecto primitivo y rígido que ha provocado esta cultura de la educación.
Podemos pensar que se trata de una cultura educativa distorsionada, en términos homeopáticos, con un profundo desorden miasmático, como una expresión mas de los seres humanos que la componen.

Quizás estas aspiraciones de libertad tampoco le correspondan a una escuela de homeopatía donde sus alumnos ya vienen muy cascados, para que los sobrevivientes conserven alguna idea viva.

Si sumamos la opinión de los astrólogos que encuentran desaprovechada con frecuencia las capacidades innatas de muchos individuos por no seguir sus impulsos naturales, dejandose llevar por la opinión de la familia, la sociedad o el mercado, el paquete es grande.

Por eso, reitero, quizás es mucho pedirle a una escuela de homeopatía que supla las carencias de 30 años de una pulida educación occidental y europea en las tribus de los reducidores de cabezas.
Pero bueno, la homeopatía, al tratarse de una concepción que se distingue y contrapone marcadamente en muchos casos del sistema hegemónico médico, pudiera aspirar a otro modo de ver el mundo, el ser humano y porqué se enferma.
Para no dejar dudas, creo que no hay nada mas alejado de los criterios comunes que el dogmatismo que nos empobrece. Criterios comunes si, para construir un desarrollo permanente y creativo.
Cada maestro con su librito parece contradecir la ilusión de uniformidad en las escuelas.
En realidad cada maestro enseña con su particular forma, mas allá de los papeles y los programas. Siempre ha sido así.

La intención de uniformizar criterios posiblemente sea mas una necesidad de los homeópatas y docentes de discutir y decantar sus propias ideas, en el que al final todos aprendemos algo.
Uniformizar, mas allá de los aspectos positivos que tiene, entre ellos, aunar criterios comunes, para el entendimiento, la comunicación y la fortaleza de sus integrantes, pero aún así, deja de lado a veces lo nuevo que puede surgir de las diferencias.
Le tememos a las discrepancias, en realidad habría que agradecerles la posibilidad a partir de ellas de abrir otros caminos.
El niño, trae consigo una particular combinación de la unión genética de dos partes, pero no es ni el padre ni la madre, es un nuevo ser.
Aprender de los niños a desarrollar su potencial creativo debiera ser la insignia básica, lo que ellos traen de nuevo para enseñarnos.
Y la homeopatía también puede y debiera nutrirse de lo nuevo.
Lejos de la visión de la industria del clon, grabada en el inconsciente colectivo.

Entonces cuando pensamos en volver a clases, sea en el nivel que nos encontremos, universitario, de postgrado, de homeopatía o de lo que sea, en el rol de alumno o maestro, tratemos al menos en lo posible, de no actuar como niños, en el malogrado sentido que le hemos dado hasta ahora a esta frase en nuestra cultura.

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